Papa-Branding

Ayer estuve trabajando con unos amigos y uno de ellos definió “papá” como la forma en que explicaría a su hijo de 6 años el significado de una “lovemark”

Me pareció espectacular pensar en cómo le brillan los ojos a Mateo (mi hijo) cuando pronuncia la palabra “papá”. No es la palabra. Es su sonrisa, el brillo en sus ojos, la luz en su rostro. Es confianza, es alegría, es disfrute, es “contigoahoratequieromuaaaaac”.

Pensar en papá y en una marca, me detona mucha confusión.

Me cuesta trabajo pensar en un acto de compra que genere tanta energía. Me cuesta trabajo creer en la existencia de una sola marca que genere tanto alrededor, de forma tan fácil y al mismo tiempo tan poderosamente, como para igualar tanta luz y tanta energía.

Confundir el amor con un acto de compra, a mi juicio, es lo más parecido a comercializar el brillo de los ojos de Mateo. Siento que no le devolvería ni una millonésima parte de lo que me entrega. Siento que le estaría traicionando.

Y lo cierto es que me encantó la forma de explicar lovemark a un niño de 6 años. Me he quedado pillado.

¿Dónde aprendí yo la traición?, ¿Será que no merece la pena explicar las emociones?, ¿Acaso explicamos la sensación de que el tiempo ha pasado volando cuando estoy haciendo algo que me encanta? Basta con mirar a alguien que haya sentido lo mismo alguna vez y el brillo de sus ojos lo dirá todo.

Me sobran las explicaciones.

Seguimos hablando…